" Algún día tendrás que perdonarte."
( un Amigo )
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Mi mundo se derrumbó finalizando el 2020.
Tormenta perfecta. Demasiado.
Simplemente me rendí, así que quedarme en la cama para siempre no parecía mala idea.
Meses después vi que en realidad sí lo era,
así que el bulto en que me había convertido empezó a hacer poco a poco aquellas cosas que los humanos acostumbramos a hacer.
Aún así, los días se seguían haciendo eternos, golpeado por sueños extraños y recuerdos dolorosos;
una especie de castigo insistiendo en cosas que me dí cuenta podría haber hecho mejor para evitar todo eso.
Después de intentar ignorarlos sin éxito, y también para hacer algo con mi insomnio,
decidí enfrentarme a todos aquellos pensamientos molestos que no me dejaban dormir.
Así que habilité un rincón en casa para tratar de calmarlos, erigiéndose así una especie de Muro de las Lamentaciones particular.
Tan sólo una cortina negra, el golpeo de flashes y yo mismo.
Acabaría cogiendo el hábito de disparar cada vez que lo creía necesario, según mi estado de ánimo.
Un proceso que comenzó defendiéndome de algo, hasta que vi que no estaba siendo atacado.
Sí, había algo ahí, pero estaba quieto, impasible,
y la lección a aprender era que, me gustase o no, no tenía ninguna intención de irse.
Por si aún no sabía con quien estaba jugando, de pronto La Vida se puso seria y me enseñó sus cartas.